La hija de Kurt Cobain nació con síndrome de abstinencia, su papá se suicidó siendo ella bebé y hoy se dedica a cuidar su legado

“Dentro de algunos años verá esto y dirá: ‘¡Gracias, papá!”. Quien bromea con esta frase, mientras mira a Kurt Cobain sosteniendo una mamadera y a su hija recién nacida es Krist Novoselic, bajista y uno de los fundadores de Nirvana, en una entrevista a MTV en 1992. Desde su nacimiento en Los Ángeles, en 1992, Frances Bean Cobain se convirtió en el centro de atención en cada una de las apariciones públicas de la banda que definiría la escena grunge y underground de los noventa y que había consagrado a su líder como el ícono de la generación X.
Mítica es aquella imagen en la que Frances -que debe su segundo nombre
(Bean, poroto en su traducción del inglés) a la apariencia con la que su
padre la comparó en su primera ecografía- aparece llorando desconsolada en
los brazos de la drag queen RuPaul en la alfombra roja de los premios MTV
de 1993, junto a su padre y un joven Dave Grohl. “Estoy plenamente
convencida de que aquella foto captura a la perfección la personalidad que
estaba forjándose. Eres la razón de que yo sea como soy”, explicaba en
2018 la mismísima protagonista de la imagen en el podcast dirigido por
RuPaul, What´s the Tee.
¿Y cómo es Frances Bean Cobain? Para la mayoría, un gran misterio. La
única descendiente que tuvieron durante su relación Kurt Cobain y la
cantante de Hole, Courtney Love, ya era famosa desde antes de nacer, con
síndrome de abstinencia, el 18 de agosto de 1992. Ahora, a sus exactos 30
años, la joven vive alejada del foco mediático, se define como “artista
visual” y se dedica a salvaguardar el legado de su padre.

Si su madre se convirtió en la viuda del grunge con el suicidio de
Cobain, el 5 de abril de 1994, a ella le tocaría asumir, muy a su pesar,
el papel de hija y huérfana. Y todo ello con apenas 20 meses. “No puedo
soportar la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra,
miserable y autodestructiva como me he convertido yo (...) su vida será
mucho más feliz sin mí”, escribió su padre en la nota de suicidio que
encontraron junto a su cadáver.
Aunque tuvo tímidas incursiones en el mundo de la música -en una
entrevista definió su sonido como si PJ Harvey y Fiona Apple se pelearan
a las piñas, una pelea solo rota por los llantos de Dolly Parton y,
desde el cielo, los de Jeff Buckley-, la hija de Cobain, que tiene de
padrinos al cantante de R.E.M. Michael Stipe y a la actriz Drew
Barrymore, no se ha convertido en esa “rockera siniestra, miserable y
autodestructiva” que temía su padre. Ni siquiera se ha decidido por el
cine o la moda como profesión.
De adolescente, Frances rechazó los papeles que le ofrecieron en el cine
para protagonizar la saga Crepúsculo y para encarnar a la Alicia de Tim
Burton. A los 19 años, y coincidiendo con su cumpleaños y con el 20°
aniversario del álbum Nevermind, posó para el diseñador y fotógrafo de
moda Hedi Slimane y, en 2017, acompañó a Marc Jacobs, amigo de la
familia, a la gala del Met, después de haber prestado su imagen para la
campaña de primavera del diseñador neoyorkino.
Lo que sí ha heredado Frances de Kurt, además de 140 millones de euros
de la fortuna que todavía genera el líder de Nirvana y el control sobre
sus derechos de imagen, que suman 100.000 dólares al mes, es su pasión
por la pintura y el dibujo. En 2010 exhibió por primera vez sus
creaciones en una galería de Los Ángeles, California, bajo el seudónimo
de Fiddle Tim.
Donde la joven también muestra su arte, además de detalles con
cuentagotas de su vida personal, es en su perfil de Instagram
@thespacewitch, con 1,5 millones de seguidores. “Quería compartir algunos
momentos que fueron capturados/creados el año pasado y que me trajeron una
gran alegría”, escribió el pasado 2 de enero en una de sus últimas
publicaciones, donde se pueden ver, entre otras imágenes, fotos en las que
aparecen sus perros, una de ella de bebé junto a su padre, a su abuela
paterna, Wendy O’Connor, una selfie y también a su actual pareja, el
patinador profesional y músico Riley Hawk, hijo del ícono del
skateboarding Tony Hawk.
“Con la esperanza de que el 2022 de todos esté lleno de conexiones
auténticas, mucha calidez y un profundo descubrimiento de uno mismo. Feliz
año nuevo”, concluía el mensaje que lanzó después de estar un año alejada
de las redes sociales, algo que, como ella misma comenta, le trajo paz
mental.
Un equilibrio que le ha costado alcanzar a esta joven a la que, con
apenas dos semanas de vida, la separarían de sus progenitores después de
que su madre admitiese en una entrevista con Vanity Fair que había
consumido heroína durante su embarazo.
“Si algo me aparta de esta cosa del rock and roll es ella, no quiero que
sufra las consecuencias de mi vida”, reflexiona en una grabación casera su
fallecido padre en el documental Kurt Cobain: Montage of Heck (2015), con
imágenes inéditas cedidas por la familia del líder de Nirvana. Frances
formó parte como productora ejecutiva, para encargarse, como ella más
tarde reconocería, de que no se romantizara el mito de su padre. Más
tarde, ella misma pidió personalmente a Lana de Rey, a través de Twitter,
que no convierta en un hecho glamoroso el suicidio de uno de los miembros
más ilustres del fatídico club de los 27.

El estreno de la película, en el Festival de Sundance en 2015, fue la
excusa perfecta para el reencuentro público entre Courtney Love y ella,
después de que Frances hubiera dado vueltas “como una nómada” en más de
27 casas diferentes a lo largo de su vida, pero principalmente entre la
granja con su abuela paterna, Wendy O’Connor, en Olympia (Washington, EE
UU) y el hotel californiano Chateau Marmont, que frecuentaba con su
madre. En 2003, Love volvería a perder la custodia de su hija tras un
arresto por intento de robo, sobredosis de drogas y amenazas de
suicidio. La cantante de Hole recuperó a Frances tras pasar un tiempo en
rehabilitación, y en 2009 volvió a perderla por tercera vez.
La vida amorosa de Frances también ha estado llena de altibajos, aunque
ahora presuma de estabilidad junto a Hawk. Se casó con el músico Isaiah
Silva en 2014 y se divorció dos años después. “Creo que me casé pensando
en asegurarme tener una familia desde muy temprano, todo lo contrario que
mis padres, que solo tuvieron estabilidad durante dos años”, reflexionó
Cobain en el podcast con RuPaul. Durante la dura pelea de la separación
legal, la pareja llegó a un acuerdo y el cantante consiguió quedarse con
la guitarra Martin D-18E con el puente a la izquierda que Kurt Cobain usó
durante su icónica actuación en el MTV Unplugged, en 1993.
La promoción del documental, que cuenta la faceta más íntima de su padre,
además, sirvió para que la joven -que con 16 años posó para la revista
ELLE con los pantalones y el sweater que había usado Kurt Cobain para
casarse en Hawai— hablara por primera vez del suicidio del músico, del que
Courtney no le contaría nada hasta que cumpliera cinco años, tras muchas
horas de terapia.
“Kurt llegó al punto en el que finalmente tuvo que sacrificar todo lo que
era por su arte, porque el mundo se lo exigía. Creo que ese fue uno de los
principales factores desencadenantes de por qué sintió que no quería estar
aquí y que todos serían más felices sin él”, explicaba la joven, de
entonces 22 años, en una entrevista exclusiva a la revista Rolling
Stone.
“A los 15 años me di cuenta de que no podía escapar de mi padre. Incluso
cuando estoy dentro del auto y tengo encendida la radio, allí está. Él es
más grande que la vida misma, sobre todo en nuestra cultura obsesionada
con la muerte de los músicos. Adoramos ponerlos en un pedestal”, lamentaba
en la misma publicación, de la que fue becaria y en la que uno de sus
periodistas senior, David Fricke, calificaría a su padre como el John
Lennon de su generación.

A la espera de las memorias de Courtney Love, que anunció a principios de
agosto que había concluido después de una década de trabajo, nadie sabe a
ciencia cierta si Frances Cobain, que en 2018 reconoció su adicción al
alcohol y a las drogas, después de dos años sobria ha visto aquellas
imágenes en las que Krist Novoselic, en MTV, le augura a Cobain que le
dará las gracias a su padre en un futuro. Lo que sí puede intuirse, por
sus palabras en aquella entrevista exclusiva con Rolling Stone, en la que
también confesaba que no le gustaba la música de Nirvana, es que la
discreta hija del grunge sintió alguna vez una profunda nostalgia de algo
que jamás sucedió. “Si él [Kurt Cobain] hubiera vivido, yo hubiese tenido
un padre. Y eso hubiese sido una experiencia increíble”.
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